Luis Fernando Loza Lepe
Foto: Luis Gutiérrez
Tarde con marcados tropiezos se vivió en el arranque del serial novilleril tapatío, el ecuatoriano Juan Palacios “el pantera” y su vistoso quehacer rescataron del tedio el festejo.
“El pantera”, trae hambre, inició con dos faroles arrodillado, anduvo precipitado con el capote pero ya el tendido no lo dejaba de mirar, con el primer par de banderillas encendió la plaza, las “panterinas”, dejando el par al saltar de frente sobre el novillo, despertaron ruidosamente al público quien después del tercio lo obligó a dar una vuelta al ruedo.
Con la muleta, se planta seguro pero lejos del temple, la largueza apareció por el pitón derecho solo dos o tres ocasiones, pero su labor con desparpajo convenció al respetable que empezó a corear su apodo con fuerza.
Despachó a “Paisano” con entregado pero desprendido estoconazo, el novillo rodó de inmediato y el coso se pintó de blanco, el debutante juez, Marco Barajas, concedió un solo apéndice y pocas veces se ve en El Nuevo Progreso tan escandalosa petición del segundo… que no fue concedido, bronca monumental para la autoridad.
El resto del festejo fue un muestrario de complicaciones del ganado de Raúl Cervantes aderezado con el poco bagaje de los espadas, a Ramón Jiménez y Morales Ramos se les fue vivo su novillo.
Paco Miramontes “lagartijo” cumplió con el nivel del compromiso, su novillo abre plaza desarrolló una áspera embestida que no le permitió más. Al final de su lidia el puntillero se negó a realizar su labor ante el desconcierto generalizado, Juan Pablo Miramontes se encargó de finiquitar el trámite.
Gerardo Cruz y Alejandro Moreno lucieron con voluntad pero las dificultades de sus respectivos novillos complicaron más su poco rodaje.
